Un enfoque de sistemas vivientes

Muchas organizaciones están diseñadas y son administradas como si fueran máquinas, con partes claramente definidas, con roles claramente definidos y un resultado predecible. Esto tiende a limitar la creatividad y la efectividad tanto de las personas como de las organizaciones, limitando por lo tanto su potencial.

Sin embargo, si las ves como un sistema viviente – constituido por seres vivos y sus interacciones constantes – puedes reconocer muchas de las cualidades que la ciencia ha descubierto. La naturaleza es una gran red de sistemas vivientes interconectados – desde colonias de bacterias hasta ecosistemas altamente complejos.  Es autoorganizada, en el sentido de que todos sus elementos participan en la tarea de sostenerla; permite la aparición de nuevos elementos, en el sentido de que frecuentemente produce innovaciones que no fueron planeadas por ninguno de los elementos participantes. Cualquier sistema viviente está, por lo tanto, en cambio constante – y todo ello sin contar con una “administración del cambio”.

Ambas características, autoorganización y apertura al surgimiento de nuevos elementos , son tan naturales en una organización como lo son en la misma naturaleza. La clave consiste en crear las condiciones que permitan a una organización aprovechar dichas propiedades de forma que beneficie a sus miembros, a si misma y a la sociedad a la que sirve.

Estas son algunas cosas que sabemos de los sistemas vivientes:

  • Un sistema viviente pone atención solamente a lo que es significativo para él, aquí y ahora.
  • No puede ser dirigido o controlado, acepta solamente soluciones que ha creado por si mismo.
  • Un sistema viviente se autoorganiza.
  • La autoorganización puede llevar al surgimiento de nuevos elementos – aunque esto es impredecible.
  • La naturaleza busca diversidad. No es una cuestión de sobrevivencia del más apto – para sobrevivir, necesitamos adaptarnos. La diversidad incrementa nuestras posibilidades de sobreviviencia.
  • La naturaleza no busca soluciones perfectas, sino factibles.
  • Las respuestas no existen “allá fuera” – tal vez necesitemos experimentar.
  • Un sistema cambia cuando su percepción de si mismo cambia.

Todo esto tiene implicaciones radicales para el liderazgo organizacional. El Arte del liderazgo participativo ayuda a sostener las condiciones para que los sistemas organizacionales vivientes funcionen a su máximo potencial.